martes, 10 de mayo de 2011

Ganas de venganza(Alma)






-Me estoy volviendo loco...- dijo él



Un eléctrico sentimiento recorrió mi columna vertebral, mientras las abnegadas lágrimas amenazaban por salir, mas mis etereos ojos, no llorarían.


Aquello, lejos de aliviar mi pesar, incrementó la insatisfacción que mi cuerpo había erigido entorno así.



-No te estás volviendo loco querido...


La última palabra adoptó un cínico énfasis, que bien podría sustituirse por resquemor, mas me contenté ante el asombrado semblante del maltrecho hombre, que aparecía flácido y débil, debido quizá a las imprecaciones de escuchar mi voz.



Pronto aquel cuya voz parecía haberse perdido (como la rojez de sus carnes), habló, como si con premura necesitase negar la evidencia de que podía oirme.


-He debido de enloquecer, ¡oh pobre de mí! ¿Qué será ahora de mi música?¿Donde quedan ahora mis futuros encuentros, mi futuro porvenir? ¿Porqué soy yo quién ha caído en las malditas garras de la locura?



-¿Tú? pobre necio, que loco no has de estar... Sé que me reconoces, ¿cómo no habrías de hacerlo si eres tu quién procuró mi muerte?¿Cómo, ser ruín, apelas ahora a la locura? Muerto el perro se acabó la rabia.
¡BLASFEMIA!

Oh querido blasfemo, ¿Crees de verás que la locura podrá salvarte del cruel destino que yo he tenido a bien de prepararte?
¡Iluso!


Apenas así su violín, pues éste salió precipitado, cual proiectil con el firme objetivo de alcanzar su cabeza.



Mi rabia, apenas había alcanzado su gloria, cuando, el instrumento dió de bruces con el semblante de aquel, a quien había prometido vendetta.


Las cuerdas se sesgaron en el aire, tal vez por la ominosa fuerza de mi cuerpo, y éstas dóciles cual perro amaestrado arañaron su cara, provoncándole un leve rasguño en la mejilla izquierda.


La sangre, apenas salpicó mi rostro mas encolerizada como estaba no dudé en asestarle el golpe que debiera llevarle a su horrible final.
Una rabia, improvista hasta entonces, se apoderó de mi cuerpo y mis fuerzas, lanzándo a este por la ventana, que de pronto se hallaba abierta.



El miedo recorrió su semblante mientras, con la desesperación de la impotencia intentaba asirse a un asidero que no aparecía en ningún lugar.



Y mientras, su cuerpo se precipitaba en la noche, por la ventana, con la promesa de desmenuzar su cuerpo la tierra, cual depredador hambriento.



"Aún no" Y tras este fugaz pensamiento me dejé ir allá donde la noche (aún larga) me llevara.

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