martes, 3 de julio de 2012

subterfugios (TJ)



-....Deseé morir. Me aferré a la muerte, como un niño se aferra a la vida. Yo te había visto destrozado, inerte, con los ojos cerrados, inconsciente... Yo no deseaba vivir en un mundo en el que tú no existieses. Deseé con toda mi alma morir, acabar con todo.
Por eso cuando desperté de mi letargo y comprobé horrorizada que viviría para siempre, que matarme no era una opción, me sentí morir contigo. No puedes hacerte a la idea de lo que es morir en vida...

Zack alargó su mano hacia mí y me acarició el rostro.
Era un rostro al que le costaría acostumbrarse, porque, ya no quedaba absolutamente nada de la chica a la que un día amó.
No había rastro de esas pecas, del color caramelizado de mis ojos de antaño, ni rastro del cabello crespo y la sonrisa imperfecta... pero se acostumbraría a la belleza cegadora, a los pómulos fríos y marmóreos, a mis labios rojizos (y no sonrosados), a los ojos verdes, límpidos como esmeraldas derretidas, a mis pechos turgentes, a mi sonrisa blanca y perfecta... se acostumbraría a quedarse sin aliento de pura adoración, porque, en el fondo de su alma, con toda la intensidad de ésta, él me amaba.

-Sé lo que es morir en vida...- me miró a los ojos, como ningún humano era capaz de mirarme, sin enloquecer, y acercó su rostro al mío.

Agarraba mi nuca con fiereza, como si temiese que yo fuera a apartarme. Pero no lo hice, hinqué mis uñas, en su carne y procurando no hacerle daño, lo acerqué más a mí. Lo amaba, siempre lo había amado.
Después de seis años, él volvía a estar conmigo, y yo era incapaz de concebir un mundo sin él. Siempre había sido así, aunque ahora, las cosas hubiesen cambiado.
Yo no era la misma, y después... estaba Draco.

-...Yo también te perdí aquél día TJ, yo hubiese deseado morir contigo- Zack cerró los ojos, sumido por la pena, derrotado-ojalá nunca te hubiese pedido que...

Yo le hice callar con el dedo.
Le hubiese seguido al fin del mundo, y aquello formaba parte de mi amor incondicional. Él lo sabía, pero no por ello, dolía menos.

Besé sus labios suavemente, absorbiendo su aroma, que significaba vida. Su olor era una mezcla de champú, inocencia, after-shave y noches escapándose de casa. Olía a vida, a libertad... a anhelo.

-Me pasé seis años obligándome a vivir para matar. Necesitaba encontrarla, vengar tu muerte. Y lo hice; bajé al infierno y derroté a tu asesina...-le dije.
-...Casi te mueres- me recordó la voz serena de Draco.
-Y volvería a hacerlo- concluí.

Éste,aparecía de entre los bosques, semi-desnudo y ensangrentado, llevando tras de sí el cuerpo inerte de un jabalí de gran tamaño.
Él se acercó a mí, dejando la presa a un lado. Me dedicó una de sus extravagantes sonrisas lobunas y me acarició el pelo, como a una niña pequeña. Después, dándonos la espalda a Zack y a mí, se internó nuevamente en el bosque, esta vez, con una camiseta y unos pantalones en mano.

"Pero tú me salvaste" pensé como respuesta a su afirmación, a sabiendas de que él me escucharía. Una risa sincera y despreocupada, me confirmó lo que ya sabía.

-Le gusta pasearse medio en bolas en tus narices, y a ti ni siquiera te inquieta...- miré a Zack con curiosidad, olvidándome una vez más de Drake- sí que has cambiado.

Su comentario me hizo ruborizarme. No era un rubor como los de antaño, sinceros e intensos, si no más bien, una línea rosada que surcaba mis mejillas, con delicadeza. Aunque, aquello, ya era demasiado para alguien cuya vida (en el sentido estricto de la palabra) hacía años se había sesgado.

-¿Debería?
-Supongo- él se encogió de hombros. El momento mágico había pasado- no es normal, ¿sabes?
-Nada lo es...
-Lo sé...- suspiró mientras se levantaba del suelo- voy a encender el fuego, limpia tú al animal, ¿quieres?- yo asentí con la cabeza. Él, dudó un instante, después, me besó suavemente en los labios y añadió- yo también sé jugar a este juego...
...voy a buscar al lobo...