jueves, 28 de julio de 2011

Secretos (parte I) (Frío)



Nos sentamos en el banco donde Ebie y yo nos conocimos, una noche hace ya tantos años.

Allí, sentada en el mismo lugar donde ahora me encuentro, vi a la mujer más hermosa que jamás había visto. Me la quedé mirando, con los ojos abiertos como platos y la boca colgando.
Ella me observó a mi, con su corta falda negra, enseñando sus largas piernas, escote y los labios rojos carmín.
Una niña convertida en mujer.

La veo acercarse a lo lejos, con esos andares de prostituta elegante, que ya desde joven se traía.
No se inmuta, no corre. Ella tan elegante y sexual (sí sexual y no sensual) como siempre.

Ella es el sexo en persona, y ya desde pequeña sabía que ella había nacido para ser puta.
Y así lo decía ella, así le gustaba decirlo, con todas las letras, porque le gustaba ser lo que era, porque sabía quien era y decirlo, así con todas las letras, le hacía sentir que lo que hacía era importante:

-¿Preparado?- le digo a Mark

Él mira nuestras manos entrelazadas, y después asiente:

-Preparado- dice tragando costosamente la saliva.

Yo me río gozosa "pensar que conocer a Ebie pueda darle miedo... aunque pensándolo bien... ¡es lo más terrorífico que existe!". Me vuelvo a reír.

Veo a Mark intentando abrir la boca, no obstante ya es demasiado tarde. Ebie, me sonríe:

-¡Elle cariño!- me abraza, aún sin posar la vista en Mark- ¿qué tal en París?

Sé por como me mira, que no espera respuesta; espera que presente a Mark para poder mirarle por vez primera. Ebie y sus ritos...

-Ebie, este es Mar, Mark esta es Ebie.

Ella se gira entonces, con una sonrisa que acaba por helársele en el rostro. Mark sonríe de oreja a oreja.

-Tú...- susurra Ebie

-¿Os conocéis?- pregunto sorprendida.

-¡Hijo de puta! todavía tienes que pagarme- suelta, después empieza a contar mentalmente- ¿cuanto hace de ello...- le fulmina con la mirada-... seis años?

-¿Ves cariño? todavía me recuerdas- Mark sonríe- ¡Y con qué precisión!

Ebie se ríe con él.
Yo espero, completamente perdida a que mi parej... a que Mark me explique lo que ocurre. No lo hace.
Así poso mi mirada en Ebie, la cual prosigue:

-Bueno, ¡no importa!, por ser tú te lo cobraré con otro polvo...- la veo mirarme de reojo, mientras yo la fulmino (tal y como me enseñó ella) con la mirada- está bien, por ser tú Elle, no le cobraré. Sí cariño, me acosté con tu chico alguna que otra vez... ¡no me pagó ni una!, pero bueno... olvidémoslo...

De pronto pone los ojos en blanco. Después, aflora una sonrisa a sus labios:

-He invitado a alguien más- me mira- ya os conocéis, aunque no tan bien como he tenido el placer de conocerle yo. Os aseguro que vuestro viaje a París no ha sido lo único guar...- me mira cortándose en medio de la frase. Ebie, siempre "tan" Ebie- divertido que ha pasado por estos tiempos.

-¿Quién es?- le pregunto curiosa.

Ella escruta con la mirada el horizonte:

-Allí está- señala sonriente.

Ebie, es fantástica. Ella, tan mujer y tan niña al mismo tiempo.
Cuando la conocí, no vi si no una mujer hermosa, con un cigarrilo en la boca y un negocio entre las piernas, no obstante, gracias al tiempo (y a una paciencia que no sé de donde saqué) pude ver, entre las ropas que ella después se quitaría, a una mujer no sólo hermosa si no aún aniñada que hacía sentir que el resto también era importante.

Eric, se acerca.

-Hol...

Eric mira a Mark, Mark mira a Eric... ambas miradas dicen más de lo que pretenden.

Un secreto que se esconde, una historia que lo oculta, una mirada que lo desvela...



**
Nota de la autora: Siento haber escrito una entrada tan larga, pero ya va siendo hora de descubrir algo más del pasado de todos ellos :) Espero que os guste! ^^

martes, 26 de julio de 2011

Contrariado. Triste. Roto (alma)


Contrariado. Triste. Roto.

Le observo pasearse por la estancia, recogiendo fragmentos olvidados de su vida, recolectando ropa sucia y hacerse unas salchichas. Algo rápido de hacer, algo sencillo... algo para volver conmigo.
Pienso en él, completamente vestido, sin poder olvidar nuestra primera y única noche juntos. El como paseaba después desnudo, con un delantal corto intentado (sin éxito) cocinar algo comestible.
"Nunca ha sido su fuerte..." me digo.

No obstante, sus ojos, sus movimientos... la manera de reposar el brazo en la encimera, mientras fríe las salchichas, me hacen sentir absolutamente culpable.

Lo veo allí, cocinero de ilusiones perdidas, y sé, por su forma de actuar, de contonearse, que él no es feliz. Que algo lo está matando.

-Ángel...- le llamo aprovechando que está de espaldas a mi- ¿porqué rompiste tus fotos? querías deshacerte de Marta- respondo más que pregunto.

Abre un cajón y saca un plato de allí. Después, quita las salchichas del fuego y como si le fuese la vida en ello, las coloca (con ayuda de un tenedor) una a una en él. Después, lentamente, se gira hacia mi:

-¿De que hablas?

Veo en sus ojos un deje de escepticismo, y sé, que no me está mintiendo.

-Te vi...- susurro

-¿Marta? ¿Qué Marta?- pregunta curioso.

Yo lo observo atónita.
Ángel se encuentra tranquilo, reposado en la encimera, comiendo, como si mis preguntas no fuesen con él. Como si jamás hubiese conocido a Marta...:

-Ella te robó los sueños- le digo repitiendo sus palabras- ¿no lo recuerdas?

De pronto su piel palidece. Yo me acerco a él, asustada.

-Ángel, ¿qué te ocurre?¿estás bien?

-La había olvidado...- responde con la voz rota.

Deja el plato a medio acabar a un lado, y completamente destrozado se sienta en el sofá. Yo me acerco lentamente y después, asegurándome de que no le sienta mal, me siento a su lado.
Espero intranquila a que él hable.

-Ven...- me incita.

Yo sigo su mano con la mirada, y así me recuesto en su regazo, impaciente. Él me acaricia un segundo, después suspira.

Contrariado. Triste. Roto.

-Rompí esas fotos- traga saliva (le cuesta hablar)- porque me da miedo saber que un día amé lo que hoy ni siquiera puedo recordar...




lunes, 25 de julio de 2011

Yo te enseñaré a amar (Frio)






-¿No te doy miedo?

La observo tiritar bajo su abrigo azul. El pelo rojizo, recorre su espalda. Hondas rojas descarnadas, que aumentan el efecto de atracción para con ella.
La melena le llega hasta el final de la espalda, después, cesa de crecer, absolutamente salvaje y descarnada (como ella).

La veo negar con la cabeza. Mientras, intenta calentar sus manos frotándolas una y otra vez. Su cuerpo de agita, arriba y abajo, al son de los saltitos para hacer circular su sangre.

-Debería...- susurro.

Ella no deja de saltar, no obstante, detiene el movimiento de sus manos, y clava su penetrante mirada en mi.
Veo recorrer mi cuerpo con la vista:

-Joder Mark, eres un asesino, ¿es eso lo que quieres decirme?...

Ella espera a que yo asienta. Lo hago:

-...Eso no me preocupa- admite. De pronto se sume en sus pensamientos- Yo he matado indirectamente. He destruído a cientos de hombres, he destruído familias, sueños y proyectos... eso me convierte en un monstruo, en un sueño de una noche de verano que se tornó en pesadilla. Tú me quieres a pesar de haber intentado destruírte a ti también...- se acerca a mi y a escasos centímetros de mi rostro, prosigue- ¿acaso temerte no me convierte en una hipócrita?

Una sonrisa aparece en sus labios. Veo como la pasión, que recién recorre su cuerpo, a espantado el frío, enviándolo a otro lares, bien lejanos.

-Hemos hecho el amor en mi casa, en el Sena, en la Torre Eiffel, en la playa... tú me has elevado a mi séptimo cielo- suspira (seguramente rememorando las palabras de Dan)- "Llegarás al séptimo cielo"... qué razón tenía.

Elle me mira, ruborizándose como jamás pensé que haría. Su piel sigue siendo pálida después de todo, mas ese rubor encendido en sus mejillas, le hace parecer frágil, alguien a quien proteger.

-Mark... te amo- susurra.

Sus ojos miran al suelo, completamente avergonzada. Su coraza aparece en el suelo (que ella observa) completamente destruída, hecha añicos...
Yo me acerco a ella, rodeándo su cintura como aquella vez hicimos, mirando al mar. Entonces, le susurro nuestras palabras, mi manera de decirle "te quiero". Nuestro "te quiero propio":

"Yo te enseñaré a amar"...

domingo, 24 de julio de 2011

Así fue como nos reencontramos... (alma)




-Gracias...

Ángel suspira casi con dolor, como si mis caricias hiciesen hervir su sangre y le provocasen un insoportable dolor de cabeza.
Sus ojos miran perdidos el infinito, una vez más como si estuviese ciego y perdido. No obstante, su mirada, inquisitiva, siempre audaz, sé por su intenso brio, jamás perderá el rumbo:

-¿Porqué?- pregunto sin indulgencia alguna.

Analizo la situación, mientras él piensa su respuesta.
Allí, sentada en el suelo de su piso, los dos, juntos compartiendo concidencias y anhelos, como cuando yo aún vivía.
Mis ganas de matarle, que mueren con cada latir de su corazón; y mis ganas de vivir, que aumentan con cada silencio del mio. Él y yo, perdidos en el infinito de su locuaz locura y de mi incansable sed de él. Él y yo "como antaño" o casi.

-Porque no me duele...- reposa la cabeza en la pared y girando la vista hacia donde yo me encuentro, prosigue- pensé que me dolería, que sentiría frío, miedo... pero ¡no! me hace bien, me hace... sentir vivo- dice entre susurros- es como si aún estuvieses...

-...Viva- termino yo- pero no lo estoy.

La risa pugna por salir de mi boca.
Yo la retengo, mas me es imposible no reir por un instante. Ángel me observa, atónito (hacía tiempo que no reía). Después no me contengo, expulso el aire de mi garganta dejando flotar cada nota (alta-baja) de mi risa.
Pronto siento el aire inflarse y llenarse de tonos amarillo-rosáceos; inundarse la sala de un aplomo plomizo causado por mi risa. Soy tan feliz...

-¿De qué te ríes?- pregunta él aún sorprendido, mas con una sonrisa en los labios.

Yo le miro un instante, después, completamente absorta, completamente ensimismada por su sonrisa (la suya, la que me pertenecía, la que tanto he añorado...) le contesto:

-De que me siento mucho más viva que antes- le digo impavida, sin poder ocultarle la verdad.

Él también ríe gozoso, durante un breve instante mágico y subrealista:

-Me da miedo...- me confiesa sin pensar.

-¿El qué?- respondo yo.

-La muerte- me dice- ¿duele? ¿lo pierdes todo?- susurra, con los ojos anegados en lágrimas

Se me hace un nudo en la garganta.
Lo veo a él, frío e inmovil en el asfalto chorreando sangre. Lo veo a él donde debería encontrarse mi cuerpo.
Muevo la cabeza frenéticamente intentando, espantar los fantasma de ella. Después, ya tranquila, respondo:

-No, yo te recuperé a ti...

Lo miro a los ojos y sé, sin saber como que él me siente, que sabe exactamente dónde estoy, que hago, quien soy... Esa sensación ingrávida es la que me da fuerzas para seguir adelante, y confesar lo que inevitablemente él ya sabe:

-...Te quiero.

Él acerca su mano hasta mi, esperando que yo la tome. Lo hago:

-Lo sé ¿sabes?- dice llorando, sin poder retener las lágrimas por más tiempo- lo que más me duele es que yo también te amo.

sábado, 23 de julio de 2011

Casi todo



El aire se vuelve más espeso a medida que el día avanza. Las partículas se adhieren a mi, mientras él respira. Primero hondo, después pausado, tranquilo.
Él desliza su mano y va elevándola poco a poco, hasta palpar el aire. Allí se queda suspendido, por un instante, lo que dura un latido. Después desciende de nuevo, mete su mano en el bolsillo del pantalón y vuelve a suspirar.

Sus ojos grises perforan los míos, desenfocados siempre, como si el estuviese ciego.
Yo suspiro a mi vez (a sabiendas de Ángel puede oirme), mas él no se inmuta, sumido en la autocompasión.
Poco a poco su respiración se hace tan lenta, tan tranquila y tan ritmica, que casi pienso que está dormido. De pronto él se mueve, me mira un leve instante (uno más), acerca su cuerpo a mi y se detiene a escasos centímetros de mi rostro.

Allí, suspendido en el aire, queda su aliento, que yo inhalo como si se tratase de una savia capaz de purificar mi alma: "Como si me quedase algo más que alma..." pienso para mi.
Después por segunda vez posa su mano en el aire, rozándome el rostro.

Él me observa una vez más, desentrañando los misterios de mi mirada (mirada que él no puede atisbar), descifrando los entresijos de mi piel (piel que ya no puede sentir).
"Te quiero" dicen sus ojos. "Lo sé" responden los míos:

-A veces te siento tan cerca...- suspira- cada vez más.

Ángel aparta su mano y vuelve a esconderla bajo la tela de su pantalón vaquero. No obstante sus penetrantes ojos grises me miran inquisitivos.

-Yo cada vez te siento más lejos- le confieso sin pensar.

Él se pone serio, después pensativo añade:

-Cuando yo me voy tu vienes, cuando tú te vas me voy yo... Eso no tiene mucho sentido- admite con una sonrisa- pero creo que me da igual. Ahora todo me da igual.

Noto en ese todo, una excepción. Una excepción que me incluye únicamente a mi.

-¿Sabes? a mi hace tiempo que todo me da igual...

Y en ese instante soy yo quien alza la mano para tocar su rostro, y sé, por la vibración de sus átomos que todo su ser a sentido mi caricia. Sin excepciones.

lunes, 18 de julio de 2011

El cajón de los recuerdos de Ebie (Frio)



-Sois alucinantes... ¡los dos follais tremendamente bien! Daniel era más espiritual, menos rígido... entendía a la mujer y sus células ( era como si las traspasara y supiese exactamente donde canalizar su fuerza más devastadora), pero ¡o cariño! tú eres más salvaje, más directo... joder, ¡me has dejado buena! creo que no lo olvidaré nunca... ¡ay dios!

Eric se levanta de la cama estirándose como un auténtico semental, que da por concluido su trabajo. La curva de su cuello al estirarse es exáctamente como la recordaba.

-Ebie, cállate... como si no hubiese oido eso antes...- me mira con una sonrisa burlona impregnada en sus ojos, después como si yo no esperase la pregunta, mas temiéndomela, pregunta- ¿conociste mucho a Daniel?

Yo observo su cuello absorta, refrenando las ganas de besarlo y acostarme con él una vez más. Una vez recuperas el amor perdido, ¡Qué dificil y absurdo volver a perderlo!

-Mejor que nadie...
-¿Mejor qué Elle?
-Jamás lo conoció- ahora soy yo quien le mira a los ojos- nunca entendió su mirada, esa tristeza impregnada a su esencia... Elle nunca entendió nada, ¡lo mató poco a poco y sin darse cuenta! Yo no lo ví morir, pero puedo jurar, que al fin fue feliz. Elle nunca asumió que lo fuese, no sin ella...
-¿Lo quisiste?

Yo no aparto la mirada a sabiendas que hacerlo desmentirá mis palabras...

-¡Cómo fo...!- me mira- está bien... digamos que era buenísimo, no te ofendas, tú eres genial, ya lo sabes... pero Dan... Dan amaba a las mujeres, a todas. Deseaba recorrer mundo, poseer a las mujeres, desnudarlas y pintarlas así, puras y desnudas. Descarnarlas con su sexo, y después marcharse, con su retrato desnudo. Así, era su arte... Elle se quedó con los recuerdos, yo con los retratos. Con los suyos desnuda, y con los míos sin vestir... Recorrió ciudades enteras... Ella acabó con su libertad...

-¿Él la amaba?- me pregunta con un matiz en los ojos, que muy a mi pesar reconozco. Un matiz enamorado, ese del que Daniel jamás logró desprenderse. Ese del que Elizabeth era dueña, y ninguna otra podría arrebatar (jamás)

-Como nunca había amado. Él no era un ángel, si no la hubiese querido jamás se hubiese quedado... por eso nunca se marchó, no del todo... el amor sobrevivó después de todo, si no ¿porqué Eric, estarías aquí repitiendo los errores de Dan? Él la amó más de lo que quiso a ninguna otra mujer, y creeme quiso a muchas... (quizá demasiadas...)


domingo, 17 de julio de 2011

Entocnes porqué (Kiry)







"-Alex... ¿ya está, se acabó?... ¿la nada? ¿la estúpida nada y la reencarnación? Alex... no te oigo, apenas te veo... ¿Alex?
-Sí, ya está, se acabó. Moriremos juntos, ¿no es hermoso? Todo se acaba y algo nuevo empieza... ¿no ves más allá de tu vida?...
-Alex, tengo miedo... me duele, me pierdo... Estarás allí esperándome, ¿nos encontraremos?
-Descansa Erin, duérmete sabiendo que te amo.¿Sabes? Retiro lo dicho,amar no se conjuga solamente en pasado, amar se conjuga en presente y en futuro...pero nunca en pasado. Te amo Erin, y estés donde estés te amaré, hagas lo que... hagas, seas quien seas... Lo prometo. Ahora duerme, que yo iré contigo... "

-Dorian, ¿estás bien?- me pregunta Kiry.

Tardo varios segundos en responder, sin saber bien dónde ha quedado Alex y porqué yo no he ido con él.
No le he visto la cara, pero sé que me espera, en algún lugar.
Poco después reconozco a Kiry,y ya más tranquila, respiro, con la certeza de que sólo ha sido un mal sueño.

-Sí, sólo ha sido un sueño- murmuro no muy convencida.

Kiry me observa mirándome por primera vez en todo el día.
En sus ojos veo el reflejo de mi rostro, para con asombro descubrir que no sé quién soy.
Allí me encuentro, en el frío iris marrón de sus ojos, totalmente perdida.
Aparezco pálida y asustada, con matices violetas en los pómulos y una mirada extraña. "Como si conociesen el mundo..." pienso con asombro.

-Dorian, los Cauchers no podeis soñar...- después con una sonrisa (de ésas que me maravillan y que tan infrecuentemente asolan a sus labios) añade- claro que tú nunca has sido como el resto.

-Kiry, ¿Cuantos planetas recuerdas, de tus otras vidas?

Él me mira de nuevo, esta vez como si fuese estúpida, o en su defecto, como si estuviese demasiado dormida como para conectar ideas. A pesar de todo responde:

-Sólo dos, no hay nada más en esta galaxia Dorian. Tu planeta y el mío... y en su defecto, el tuyo fue creado por los nuestros, no hay nada más...

Yo le miro entonces, absolutamente consternada. Una lágrima amenaza con brotar de mis ojos, mas sé jamás caerá (los Cauchers no podemos llorar).

-¿Entonces porqué yo recuerdo La Tierra?- le pregunto desafiante.

No obstante, Kiry, asustado, acerca su mano a mi rostro para coger una lágrima. Él responde con otra pregunta...

-Dorian, ¿porqué lloras?

Antes de poder siquiera analizar lo que su pregunta implica, Kiry se acerca a mi y me abraza.
Allí en sus brazos reconozco el aroma de la felicidad:

-Ahora duerme Dorian, que yo iré contigo...

Tras estas palabras, cierro los ojos : "Los Cauchers no pueden llorar..."



sábado, 16 de julio de 2011

Besos que saben a sexo (Frio)






Besos en el agua que saben a sexo.
Sexo salvaje, sin ataduras y sin cerrojos.
Caricias furtivas y anhelos pintados en rojos carmín.
Fuego que hiela la sangre. Revitalizante natural.
Manos que pasan de un lugar íntimo a uno recóndito, que expertas, aterrizan en la proa llevandolo hasta la popa.
Arañazos que hacen tiritar, mientras el agua inunda nuestros respectivos sexos.
Pasión, sexo.
Después, arremete la ola contra el barco. Naufragando, sintiendose domada y domadora. Presa y cazador.
Un mordisco pequeño en la oreja, baja la marea; vuelve la respiración.

-Ven, cabalguemos una vez más; en lo alto de la Torre Eiffel...- le digo

Ella me sigue, indómita más salvaje que nunca.
Las luces iluminan Paris, mientras dos cuerpos fugaces despiden la ciudad.
Yo, la cabalgo de noche, potra sin domar.
Me araña de nuevo, me aprieta, ruge como una fiera, gime como una presa...
Me mira en París, reluciente y repleta de amor.
Yo la acerco a mi, respirando su olor, suave, caliente... a mujer.
Ella baila , y yo, dentro de ella, la hago danzar conmigo.
La noche llega a una París que se vuelve oscura, mientras dos luces tintineantes, aún iluminan la parte alta de la Torre Eiffel

viernes, 15 de julio de 2011

Mark










-Mark...
-¿Sí?
-Cuéntame algo tuyo- Elle me mira directamente a los ojos para después proseguir- Cuéntame algo que no sepa nadie más...

Yo la miro por un instante, después, admitiendo mi debilidad, y con la absoluta (e inquietante) certeza de que lo haré, comienzo a hablar:

"La primera vez que vi una Mark 23 del 91, fue, cuando adopté el nombre de mi hermano, Mark.
No puedo explicar cómo, pero aquel arma apuntándome, me devolvió a mi hermano por un instante y esa breve visión, producida quizá por el miedo a morir bajo el influjo de su nombre, me fascinó hasta el punto tal de adoptar su nombre como propio.
Marcos me apuntaba con un arma, que yo, desesperadamente, deseaba fuese mía.
Tal era, mi absorción, que morir bajo el influjo de sus balas me parecía halagador. Era mi hermano quien iba a matarme. Era tan tentador...

No obstante, Marcos, debió de pensar que algo no encajaba realmente bien en mi cabeza.
Tenía 16 años y estaba absolutamente fascinado con el arma que debía matarme.
Debió de creer que padecía de algún decicit, pues, me soltó sin pronunciar palabra alguna.

-Quiero matar con "eso"

Le dije, sin saber que "eso" meses después llegaría a ser mi único amigo.
Aquello, me enteraría después, lo impresíonó profundamente.

Marcos me miró entonces, y como si me viese por vez primera, me apuntó con el arma lanzándome mi primer reto.
Casi por instinto salté a un lado, evitando, no por mucho, que una bala acabase incrustada en mi frente. Después, enloquecido, me lancé contra él.

No tardó más de medio minuto en desequilibrarme y tirarme al suelo. Así, allí estaba, por tercera vez con un arma apuntándome en la cabeza.
Fue un error robar a aquel negro, de metro ochenta, con traje y gafas de sol. Era todo de película, y yo un adolescente marginal, enloquecido y apunto de palmarla. Estaba disfrutando de lo lindo...

-Vámonos-me dijo.
Y así, un día cualquiera, uno más de entre muchos; un día, en el que por casualidades, decidí no ir al instituto (ya como costumbre), uno cualquiera, fue el último día de mi adolescencia y el primero de mi formación.
Apartir de entonces, perdí lo que me quedaba, aunque recuperé al hermano, que un día había perdido.

Y creéme Elle, vengamos la muerte de Mark, con creces. "





lunes, 4 de julio de 2011

Pensamientos de un alma perdida (Alma)





"Si yo pudiese tenerte, te tendría.
Agazapada en las sombras del olvido, atacaría, y me haría eterna. Con un beso, sólo con un beso, tú serías mío, y ya no existiría el miedo.
Pero yo no puedo tenerte, no importa cuán cerca este, siempre que tú estés tan lejos. No importa que yo viva por ti, si ya he muerto. No importa... y aún te quiero.

Y cuando tú sufres, me digo, que te lo mereces... pero entonces, me engaño.
Porque cuando tú sufres yo sufro. Y es por eso, que cuando tú olvidas, cuando tú poco a poco mueres y van apagándose tus días, yo muero contigo. Muero y quedo lánguida y exhausta.
Y después, tú... siempre cambias las agujas de mi brújula, dando un bandazo, en dirección contraria.
Cuando me enseñaste lo cerca que habías estado de la muerte, yo me sentí estúpida por haberte dejado hacerte daño.
Tú que eres tan puro, con tus guirnaldas y florituras, pero tan gallardo, y tan iluso. ¡Pero como te quiero!¡Qué estúpido, que incierto! pero ¡qué real!
Ains...
Si yo pudiese tenerte, te tendría... pero ya no puedo.
Y eso me está matando"

viernes, 1 de julio de 2011

Yo no pedí ser quien soy (Kiry)


-Todo va a salir mal- la miro y después, con una sonrisa cínica en los labios, añado- lo sé.

Ella me mira durante un largo instante.

En sus ojos, siempre tristes, aparecen signos de pena que me hacen sentir extremadamente en deuda con ella, exquisitamente lejano a su realidad próxima y lo efímero de su existencia. Y no obstante, es ella, que obstinada como siempre agrega:

-Eres pesimista, siempre lo has sido, pero... ¿porqué?

Dorian sigue mirándome, sin apartar la vista ni un solo instante, como si, observándome minuciosamente pudiese desenredar los entresijos que poco a poco van surgiendo en la red de mis pensamientos, siempre vivaz.

-La vida nunca me ha dado nada bueno, ¿porqué ha de ser ahora diferente?

Ella espera que diga algo, no obstante callo, con los brazos en jarras, clavándome fuertemente las uñas en el antebrazos, con el único propósito de no llorar.
Ella, aparta mis manos, y las dejas, suavemente reposadas en su regazo, mientras, con su mano acaricia dulce la mía.

Dorian no dice nada, y no obstante me mira impertérrita llorar.

Las lágrimas surcan mi rostro, y sin embargo, llorar no me hace sentir mejor.
Me siento mal, una persona efímera, que poco dista de un animal.
"Podría ser mejor" pienso para mí " pero no quiero".
Entonces vuelvo mi cara, mientras intento, borrar las huellas saladas de mi cara, sin éxito.

Dorian atrapa una lágrima entre sus finos dedos.
La observa como si fuese la cosa más maravillosa del mundo, y entre susurros, como si hablase para sí, añade:

-Ojalá, yo pudiese llorar.

Entonces la miro, mientras veo una sombra de melancolía posarse en sus ojos.

Ella, no obstante, sonríe, intentando animarme. La alegría no le llega a la cara, y eso, me hunde en la más negra de las miserias.

- Ojalá pudiese ser tú- suspiro y añado- ¡yo no pedí ser humano!

Y sin mirarla siquiera me levanto y me voy, a sabiendas de que ella, vendrá conmigo.