martes, 28 de junio de 2011

Comienzo (kiry)





"Ey, ¡Kiry!"

Dorian me llama, mientras, con la mirada perdida, la siento junto a mi, mordiéndome la oreja en un mundo de locura, donde el sol sale por donde quiere, y ni ella, ni yo tenemos sentido.
Me siento a esperar mientras ella ronronea, y embadurna, poco a poco, mi rostro, de ese maquillaje estrambótico, de muñeca Gore con toque mimo, que le hace, indiscutiblemente parecer una muñeca de trapo usada... y hermosa.

Sus ojos verdes me apaciguan de vez en cuando, sobre todo, cuando el sol sale por el este (los miércoles y los viernes), cuando más perdido me siento, cuanto más confundido me encuentro.
Entonces ella me mira, con esos ojos siempre tristes, desfigurados con sombras grises de penas y amarguras, y entonces, sólo entonces, me siento mejor.

Ella, me persigue por la ciudad, gritando mi nombre, y siempre a distancia, ella va detrás, con una sonrisa un tanto diabólica y diafana en los labios, tan extraordinaria como inquietante.
Luego, me siento, y ella junto a mi, me acaricia y me hace sentir, casi normal, como si todo fuese bien por un instante.
En esos momentos, confundo la vida con el amor, durante un instante, luego siempre la dejo hacer, y ella, agradecida me mima y me atribuye cualidades que sin duda yo no tengo.

En ese instante, cuando ella voltea mi cara, con la absurda intención de besarme, aparece Marlene, con su inescrutable cara de poker y esa macabra actitud de payaso de Celofán que siempre adopta.
Ella ( o ¿él?) con esa cara de zorra astuta siempre espanta a Dorian, que con un beso de ternura en la mejilla, me deja y vuelve tras de mi, como un Caucher cualquiera.

Marlene, siempre atenta, y atolondrada, cualidades innatas en un Keeper (vigilante),me escruta mientras con una ceja alzada me recuerda que aquí en la ciudad, nada pasa siempre igual. Excepto en mi vida.

Dorian es mi Caucher, mi guarda, mi escolta, mi sombra.
Dorian, es quien vela por mi, quien me entiende, quien vive para mi. Ella, siempre tan extraña, incluso para ser quien es, ella que reluce bajo el manto de estrellas doradas, siempre brillante en ése estrambótico estilo, salido de un circo en blanco y negro.

Ella, que es mi única amiga, con la única que no debería hablar. Ella, le da sentido a las cosas, al menos los miércoles y los viernes, que recordándolo, siempre es cuando peor estoy, cuando menos me centro.
Creo que ella lo sabe y por eso se asegura de que esté bien, o eso quiero creer. Le da sentido al sinsentido, y controlar la nada, de vez en cuando, resulta casi, gratificante.
Pero en esta perra vida las cosas buenas siempre se quedan a medias, como nuestro beso, siempre en un maldito e inacabado,
casi.





No hay comentarios: