domingo, 5 de junio de 2011

Te lo dije... (Frío)





Enredabas tu corazón en mi muñeca, desfigurada ya mi piel, y casi sangrantes las heridas, hacían un surco, un reguero finísimo de amor sanguinolento.

Pero apenas me importaba. Sentía dulce el puñal de tus besos en el torso, mientras, con una insaciable carician ahondonabas en mis recuerdos.

Casi, y sólo casi, supe por el dolor de mis llagas que tú me importabas más de lo que me había importado cualquier instante, cualquier momento, cualquier persona... Creo que desde aquel momento fuí consciente de que tú, y sólo tú, me importabas más que mi persona. Y creéme, mi vanalidad, hasta que tú llegaste, fue inmensa. Y creo que por eso te lo dije.

Me volvías loco, completamente loco.

Tenía la certeza (y en esta perra vida, tener una certeza ya era demasiado) de que hubiese hecho cualquier cosa que tú me hubieses pedido.
No era la primera vez (ni probablemente sería la última) que jugaba a ser Dios, supongo que porque me gustaba, porque me excitaba sobre manera. Me agradaba sentir miedo, y superarlo.

Creo que me gustaba el instante más perro de la vida, porque demostraba que en sí, en conjunto todo me importaba una mierda.

Por eso te lo dije, porque me gustaba el instante en el que la bala recorría el espacio entre la pistola y la víctima, porque me gustaba verla sufriendo antes del inminente fin.

Por eso te conté lo que te dije. Porque te amaba, y debías conocerme; porque tenía que demostrarme que la vida seguía siendo igual de perra que siempre:

-Querida Elle, si estoy solo es porque he matado a demasiada gente. Porque nadie me ha importado nunca nada, porque disfrutaba haciéndolo, porque he nacido para estar solo... porque antes no estabas tú.

Para mi sorpresa la bala no llegó al cuerpo.
La pistola debió de calarse en el instante en que tú sellaste nuestro amor con un beso. Si no te importaba que fuese un asesino siquiera, entonces querida, ¿qué te importaba? ¿qué te iba a alejar de mí? Lo supe. En aquél instante supe lo que tú no me decías. Nada. Ya nada podría alejarte de mí, porque si yo era tuyo, tú ya eras mía
.

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