Yo aparto la mirada, resoplando, mientras pienso, en mi fuero interno, el porqué de haberle dejado "mi juguete".
-¿Deja eso, quieres?
Ella me mira a los ojos, después sonríe y añade:
- Querido Mark, ¿tienes miedo de que te reviente los huevos?
Yo me acerco un paso, le beso en los labios y después, tras un empujoncito le arrebato la pistola de entre sus dedos:
- ¿Y tú cariño?- le digo apuntándole a la cabeza.
Ella sonríe y se aleja, mientras en la lejanía añade:
-Tú ganas, echamos el polvo, ahora mismo.
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