-Si tus ojos mirasen más allá , quizá aprenderías a ver.
-¿Y como aprende un ciego a ver?
Me giro para ver su expresión. En ella, asoma un atisbo de duda; en sus ojos un deje de amargura que parece nunca desaparecer, mas esta vez, la miro y la descubro diferente, como si sus ojos escondiesen una pequeña sonrisa, y eso, hablando de Elizabeth, era demasiada novedad.
-El que no ve no tiene porque ser ciego necesariamente, así como, no tiene un ciego porque no ver. Así que mirándote Elizabeth, me doy cuenta, de que tus recuerdos son tu presente, y que tu futuro no es más que la prolongación del presente de ayer. Y eso me apena, pero también me hace creer que después de todo, si tu alma es capaz de soportar tan dolor, es, sin duda alguna, porque el amor que experimentas es mayor aún, y el sufrimiento te vale la pena.
-No entiendo porque siempre acabamos hablando de mi alma Eric , casi diría que es lo que más te importa. ¿Acaso no puedo vivir sin mi alma?, he de informarte, que lo he hecho hasta ahora.
La miro sorprendida de que haya utilizado mi nombre, mas su afirmación de que sin alma puede vivir me hace sonreír.
Cuando sonrío, ella eleva la comisura de su labio, sin duda alguna, evocando recuerdos de un hombre que no soy yo, mas se parece demasiado a mi.
Aquello me apesadumbra sobre manera, mas mi ego altanero (contagiado quizá por la compañía de la mujer pelirroja) esconde bien y orgulloso, los efectos de la decepción.
-Elizabeth, ¿qué eres si no tu alma?
Ella se encoje de hombros y después contesta:
- Una mariposa metamorfoseada en oruga.
Después simplemente se va, tal y como ha venido, una vez más, sin pagarme el café.
**Nota de autor: Al parecer los personajes tienen tendencia a salir de escena cuando les viene en gana haciendo lo que les viene en gana y sin despedirse jajaja
No hay comentarios:
Publicar un comentario