miércoles, 17 de abril de 2013

Faith (Faith)



La mano le temblaba tanto que tuvo que aferrarse a su taza de café con ahínco, más que nada, pensó, para que al menos tuviese la sensación de que había algo consistente, algo que no se le escapaba de las manos. Y pensó, no sin cierta ironía, que la única presencia perenne, omnipresente en su vida, era el amargo café de la cafetería de la calle Break, que solía frecuentar cada tarde a las cinco, justo antes de quedar con Evan.

Hacía dos años y medio que conocía a Evan, el chico tímido y sencillo de la calle Polise, que con sus ojos tiernos le había conquistado, si bien no el primer día sí al menos en los primeros meses de contacto.
Se conocieron en un local apartado que solía estar atiborrado de gente: Poise. A ella le resultaba gracioso que tan sólo una letra separase el barrio del que desde hacía casi dos años era su pareja, del garito de moda en el que se conocieron, por una amiga que ambos tenían en común. Una zorra sin sentimientos... pero esa era otra historia...

Evan y ella, habían pasado lo últimos veintiún meses juntos, y aunque se dijese pronto, en realidad en los
casi 650 días que habían pasado juntos, habían pasado muchas cosas. Quizá demasiadas.

Cogió la taza de porcelana que era en realidad  lo que más le gustaba del café; sus tazas de señorita inglesa, pues la bebida en sí era pésima, y apuró el resto de su bebida.

Dejó la taza y pensó en Evan.

No era un chiquillo demasiado brillante, pero sí avispado y un tanto pretencioso, por lo que se había decidido a estudiar física cuántica, y parecía tener un futuro brillante. En realidad ella confiaba en su carisma, porque, a fin de cuentas, él era no sólo su pareja, si no quizá también su mejor amigo.

Pensó en esos dos años de noviazgo, y se convenció a sí misma de que todas y cada una de las discusiones  que hasta entonces habían tenido, habían sido única y exclusivamente culpa suya. Suya y de sus celos desmesurados... Porque sí, confiaba en su amigo con una fe ciega que rallaba lo absurdo, y no obstante, en ocasiones se sentía celosa por que él parecía ser tan capaz de llevarse bien con todas las chicas del mundo y ella... bueno era ella.

Miró una vez más el aparatito blanco y pequeño, que parecía salido del mismísimo infierno y comprobó que en efecto, las dos rallitas seguían ahí... ¡que por más que mirasen no se iban las condenadas!

Y entonces por primera vez (y no sería la última en los meses venideros) Faith lloró por lo que iba a hacer.

Porque estaba absurdamente enamorada del hombre con el que apenas un mes atrás hacía el amor por primera vez (había esperado tanto a que el momento perfecto llegase...), en los baños de un centro comercial que no olían precisamente bien, pero que a ella, en su momento, le parecieron de los más erótico.
Lloró sencillamente porque estaba asustada y triste. Tremendamente asustada y triste.

Así que cuando se levantó de su habitual sitio en el "Rusty Coffe" por primera vez en años apagó el móvil y se marchó directamente a casa, sin pasar por Polise en ningún momento...

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Buenas, sé que estoy desaparecida... y quizá lo siga estando; pero esta historia llevaba rondándome en la cabeza mucho tiempo y no me decidía a escribirla en ningún sitio (puede que no la acabe o no la siga o no sé... veremos), pero hoy me apetecía contar algo sobre Faith... Espero que os guste! un besazo! :)